sábado, 16 de agosto de 2014

Georgia en gran compañía

Junto con Christian,crucé la frontera de Georgia.Era asombrosa la cantidad de gente que nos encontramos allí,por lo que estuvimos esperando por un buen rato para que nos sellaran el pasaporte.Las fronteras por norma general son algo caóticas ya que todo es un ir y venir con estrés de protocolos y papeleos.
A solo quince kilómetros de allí,nos dirigimos a Batumi,una ciudad bonita donde nos hospedamos en una casa de habitaciones muy económicas.
Un buen baño en la playa y a  cambiar en el banco moneda de nuevo.En ocasiones me he encontrado en mi monedero con monedas de hasta tres o cuatro países distintos.Hay que tener ojo a la hora de cambiar ,ya que si no lo haces en un lugar adecuado,puedes perder algo de dinero.
Una visita a la ciudad a pie ,descansando de pedalear,algo que se agradece a veces.
Mi compañero alemán queda con una pareja australiana que viajan en bici también.Nos encontramos en un pequeño bar donde pude probar algo típico del pais,un pan con forma de barca cubierta de huevo y algo de mantequilla.Una bomba de colesterol pero que tiene un sabor muy rico.
La noche la pasamos en el hostal donde se alojaba esta pareja ,curiosamente con varios ciclistas mas.
Decidimos que al día siguiente podríamos coger nuestras cosas y hospedarnos todos juntos,creando una especie de comuna ciclista,algo que podría ser divertido.
Un ciclista ingles,que lleva varios años viajando,un ciclista lituano que se dirige al mismo destino que yo y un grupo de tres chicos de Manchester que tras acabar la universidad ,decidieron dejar la vida esquematizada atrás y aventurarse a recorrer el mundo en bicicleta.
Un par de días de descanso y de preparar algunas cosas,entre todos surgió la idea de cruzar el país todos juntos por carreteras alejadas del tráfico y disfrutar de lo que a todo aventurado le gusta,la naturaleza.
Christian sentía querer viajar en soledad,por lo que nos despedimos ya que para mí supondría una experiencia interesante.
Los ochos salimos ,provocando una infinita expectación por parte de los locales.
Caminos llenos de inmensas praderas.Una buena cantidad de rios que nos proporcionaban baños para calmar el calor .
Algo muy curioso para mí,es probar aquello que los campesinos venden(en muchas ocasiones te regalan),en sus improvisados y humildes puestecitos,casi a pie de carretera.Fruta con sabor a lo que has comprado,frutos secos y otros productos como queso o miel.
Desde que decidí viajar en bicicleta,hasta que lo llevé a cabo,siempre me entretuve viendo videos de viajes en bicicletas.En esta ocasión yo era parte de aquello que con ansía esperaba vivir.Mirar delante y atrás mía y ver a muchos que han vivido y están viviendo el mismo proceso que yo.Los ciclistas o viajeros de larga distancia,suelen tener muchas cosas en común y la primera de ellas creo que es la de dejar atrás la vida monótona y con pocos alicientes para vivir con sorpresas casi a cada esquina que cruzas,todo ello a base de una vida sencilla y simple que acaba cautivándonos.
Dormimos junto a ríos,en montaña ,en jardines y en varios lugares algo peculiares.Noches en las que formábamos nuestra propia villa de tiendas de campaña junto a una hoguera y comida a elegir.
Una mañana tras comenzar a pedalear,vimos salir de la nada a una pareja de holandeses.Felices de poder recorrer el mundo a pedales,nos regalaron su compañía por varios días,por lo que el grupo sumó a diez.
Me considero un ciclista algo solitario,al que le gusta disfrutar en soledad aunque disfruto de mi lado social dispuesto a compartir ruta con alguien con la que sintonice .
Tom,compañero lituano,viajaba rumbo a Azerbaiján para después entrar  en Irán.Ambos vimos clara la posibilidad de encontrarnos allí.Tras varios días de convivencía ,decidió antes de yo separarme del grupo,que se uniría a mi desde ese momento,para empezar a viajar juntos.
Una noche de luna llena y a primeras horas nocturnas,un fuerte viento que casi hizo volar mi tienda,por no poner las piquetas.
Un despertar con nubes de siluetas muy bonitas,nos hizo despedirnos del grupo y tomar rumbo a Armenia.
Una parada en el pueblo para desayunar y a sólo veinte kilómetros tendríamos la frontera con menos congestión que he experimentado desde que salí.
Sello de Armenia por tiempo ilimitado y sin coste de tasas o visados.

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