martes, 20 de enero de 2015

La entrada a Vietnam

A tan solo un kilómetro de la frontera vietnamita,paré a gastar los pocos kips que me quedaban en algo que me alegrara el estomago,un improvisado restaurante con olor a fideos de arroz y sopa de verdura.Fue aparcar la bicicleta,pedir algo calentito y si,calentito me iría de allí.Un grupo de hombres celebraban algo y las Beerlao,famosa cerveza local,era la protagonista.
No soy muy amigo del alcohol,pero cierto es ,que en alguna circunstancia,me dejo mojar el pico.
Toda una experiencia cruzar control fronterizo sin saber si es la frontera Vietnam o la de Francia.
Llegue a la tarde,por lo que pude canjear pocos kips por una noche en un barato hostel.
El recibimiento no seria de alfombra roja,mas bien de color marrón.Me esperaban más de cien kilómetros de camino en fase de construcción con tierra,barro y lo peor de todo,camiones sin cesar que te cubren de polvo .
Feliz,el tiempo me acompañaba,dejó de llover y a pesar de estar algo cansado,me encontraba motivado.
A diferencia de el famoso tópico,el cual califica a los vietnamitas de gente poco amigable,yo he experimentado totalmente lo contrario.Un hello en voz alta por donde pase o incluso gestos de manos al aire dando animo para seguir pedaleando.
Dirección Hanoi,la capital,el relieve era considerablemente menos montañoso que lo pasado semanas anteriores.
Mi estomago comenzaba a alegrarse,los puestos de carretera y los pueblos me ofrecían variedad de comida.
Cierto es que no es barato,pero si algo mas que su vecino Laos.
Respecto al tráfico,es un horror,no solo por conducir de manera imprudente,sino que tienen el hábito de tocar la bocina a cada segundo.Me quedo pensativo intentando sacar el razonamiento de por qué pitan cuando ya no hay nada que esté a su paso,pero me adapto y me doy por vencido.Cuando van a comprar una moto o coche creo que es mas importante que funcione la bocina que los frenos.
Fuera de la carretera ,la gente me hace sentir bien,me ayudan y eso es lo más importante para alguien que lleva tiempo solo,fuera de casa y expuesto a todo.A comienzos de  este viaje,la gente me decían de los paisajes que contemplaría, y cierto es,pero terminas dándote cuenta que la belleza de un país reside en su gente,que es la que se encarga de darle buena o mala energía.
Para un viajero,nómada en este caso,necesitas de ellos.Buscas y encuentras afecto con simples detalles que en vida cotidiana pasarían desapercidos.
Que  te regalen una manzana con una sonrisa en el puesto de fruta de la esquina o que te acojan en sus casas tratándote como al familiar que llevan años sin ver,supera a cualquier playa bonita.
Relajado ,me dirijo hacia la costa para así empezar mi subida a China.
Por el momento,debo encontrar algún repuesto para mi bicicleta en Hanoi.

jueves, 8 de enero de 2015

Laos,entre montañas y aldeas.

El nuevo año me seguía regalando la oportunidad de seguir viajando en mi bicicleta.
Que mejor regalo de bienvenida que pasar las fiestas entre antiguos compis de viaje y con mis visados de Vietnam y China estampados en mi usado pasaporte.
Numerosas advertencias acerca de la dificultad de obtener la visa china,pero me mantenía positivo.En el consulado me pedían reserva de hotel y vuelo para abandonar el país.Es obvio,que no declaro que voy en bici,ya que quizás me la denegarian.Con la misma,me acerco a varias agencias y tengo la suerte de que me hagan dichas reservas de manera falsa,total,nadie puede justificar que sea cierto o no.Tengo suerte y arreglo ambos visados justo antes de l festivos p año nuevo.Ahora un par de días mas para relajarme en la capital,que mas bien es un pequeño pueblo a orillas del río Mekong.
Vientian no ofrece mucho,influenciada por antiguas colonias francesas,el pan de baguette para turistas se fusiona con las sopas de fideos indochinas para los locales.
Me dirigía más al norte,hacia Luang Prabang para luego poner velas rumbo este y entrar en Vietnam.
A medida que pedaleaba el paisaje se volvía montañoso.
En el mapa no hay muchas opciones de carreteras,la general y alguna que otra secundaria.
Laos consta de menos de siete millones de habitantes,por los que se puede ir en bici sin estrés de tráfico.Llega a ser rara la presencia de algún coche ,ya que lo normal es ver a los locales en motos o a los turistas en autobuses o furgonetas.
El clima iba contrastando a medida que ascendía.Los días de calor y las noches y mañanas de cierto frío.
La costumbre de acampar en templos se cambiaban por pasar noches en algún lugar  campo tranquilo o en alguna de las aldeas que me encontraba en mi camino.
A nivel culinario,Laos carece de variedad,sólo en pueblos clave o turísticos podrías encontrar otras cosas diferentes a arroz pegado o sopa.
Observé la similitud respecto a Indonesia,ya que allá donde vayas encontraras casas de madera,caña y bambú que dedican una habitación para vender productos básicos como galletas,leche y algún que otro producto de aseo a modo de tienda.
A mi paso por las montañas,siempre podía oír las voces de niños y niñas gritando sabaidi,que significa hola.En cambio,pese a no ser negativa mi presencia,en muchos casos notaba una cierta distancia por parte de los adultos.En ocasiones no responder a mi habitual saludo por donde quiera que vaya.
Pienso que son gente algo resentida,tienen un pasado duro respecto a los daños colaterales de la guerra de Vietnam,siendo uno de los países mas bombardeados de la historia.Existen infinidad de minas aun por descubrir,de tal modo que siguen habiendo víctimas de amputaciones.
Las aldeas representan un viaje al pasado.Chavolas de tablones de madera y chapas a modo de techo,protegen a familias numerosas que sobreviven viviendo literalmente el día a dia con sus recolectas.
Fogatas en las mañanas bien temprano y en la noche para apaciguar un poco el frío.
Comidas que se repiten a diario.En estos lares no existe la lista de la compra,ya que no cabe lugar al despiste,sota caballo y rey todos los dias del año.
En muchas partes,los senderos están sin asfaltar y la imagen cada mañana de ver a los críos caminar varios kilómetros para ir a una escuela que no tiene ni ventanas es algo que me hacia pensar.En occidente,los chicos se pelean por llevar las últimas marcas y nuevos modelos de zapatillas y muchos de estos pequeños valientes caminaban descalzos y algunos con suerte calzaban calcetines y sandalias cuatro números mayor que su pie.
Todo estaban resultando ser lecciones de humildad.
Viajar en bicicleta,te proporciona ir a la velocidad adecuada para sentir y palpar la realidad sin ventanillas que te hagan sentir ajeno al lugar donde estés.
Cada vez caminas de manera mas diferente,mas sentida y empatizando con la cara de la moneda que no sale en los medios de comunicación.Quizás gente en el olvido pero ricas en apreciar la unión familiar y saborear el mismo plato como si fuera la primera vez.
A trescientos kilómetros de la frontera Na Meo con Vietnam,hago una parada de par de días y me hago con algo mas de ropa de invierno ya que el cuerpo lo tengo cada vez mas resentido.