martes, 7 de abril de 2015

Hacia la mística costa vietnamita

Algo aturdido de tanto ruido en las calles de la capital y con los repuestos necesarios para continuar,pedaleo por una carretera nacional que aunque algo aburrida,me llevaría directo a la costa.
El turismo respecto a Laos es bastante notorio aquí en Vietnam.
Haiphong me recibía con un día soleado y delicias culinarias en sus mercados callejeros.
Desde estas coordenadas me veía en la posición de tener que elegir por cual de las fronteras cruzaría a China.Disponía de al menos tres opciones,pero tanto la opción más al oeste como la central,me proporcionaban difíciles circunstancias debido al mal tiempo y las incesantes lluvias en zonas montañosas.Pensé que la decisión la podría tomar algo mas al norte.
Pasados dos o tres días,alcancé la famosa y mística costa de Halong Bay,un lugar verdaderamente bonito donde cientos de enormes rocas decoran un escenario digno del sudeste asiático.
Del visado aún me faltaban varios días para poder alcanzar la frontera sin mucha prisa.
Los puestos de piña pelada y cortada a escasos cincuenta céntimos de euros al cambio,marcaban mis descansos a pie de carretera.
Aprovechando la zona turista,me paseaba por lugares de información turistica para encontrar algun mapa de China ya que no disponía de la mas minima información acerca de las carreteras.Mi mapa de Vietnam me ofrecía las dos carreteras principales una vez entrado a China,pero no seria suficiente ya que no había marcado mas de cien kilometros.
La parte restante hacia Mong Kai,frontera por la cual decidí pasar,era llana y fácil al pedalear.
El tiempo iba cambiando a nublado y comenzaban los chubascos.
Me advertían del mal tiempo que tendría en adelante.Aprovisionado con botas de agua sin nada de transpiración pero completamente impermeables,pedaleaba lento para no sudar mucho los pies.
Algo que he aprendido es que sobre una bicicleta,puedes vivir las cuatro estaciones del año en un mismo día,por lo que el mítico "lo llevo por si acaso",a veces es mas práctico de lo que uno pueda creer.
Quien haya inventado el famoso lema "no hay mal tiempo sino mala ropa",no puede estar mas acertado en ello.
Al llegar a la ciudad fronteriza,con las peculiares semejanzas que a todas las caracteriza,como las decenas de locales de cambio de moneda,el tipico mercado de productos textiles que entra y sale por los locales y el todopoderoso negocio del tabaco y alcohol,opto por buscar un hostal económico para pasar un par de dias secando ropa y buscando de nuevo mapa chino sin éxito.






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