A tan solo un kilómetro de la frontera vietnamita,paré a gastar los pocos kips que me quedaban en algo que me alegrara el estomago,un improvisado restaurante con olor a fideos de arroz y sopa de verdura.Fue aparcar la bicicleta,pedir algo calentito y si,calentito me iría de allí.Un grupo de hombres celebraban algo y las Beerlao,famosa cerveza local,era la protagonista.
No soy muy amigo del alcohol,pero cierto es ,que en alguna circunstancia,me dejo mojar el pico.
Toda una experiencia cruzar control fronterizo sin saber si es la frontera Vietnam o la de Francia.
Llegue a la tarde,por lo que pude canjear pocos kips por una noche en un barato hostel.
El recibimiento no seria de alfombra roja,mas bien de color marrón.Me esperaban más de cien kilómetros de camino en fase de construcción con tierra,barro y lo peor de todo,camiones sin cesar que te cubren de polvo .
Feliz,el tiempo me acompañaba,dejó de llover y a pesar de estar algo cansado,me encontraba motivado.
A diferencia de el famoso tópico,el cual califica a los vietnamitas de gente poco amigable,yo he experimentado totalmente lo contrario.Un hello en voz alta por donde pase o incluso gestos de manos al aire dando animo para seguir pedaleando.
Dirección Hanoi,la capital,el relieve era considerablemente menos montañoso que lo pasado semanas anteriores.
Mi estomago comenzaba a alegrarse,los puestos de carretera y los pueblos me ofrecían variedad de comida.
Cierto es que no es barato,pero si algo mas que su vecino Laos.
Respecto al tráfico,es un horror,no solo por conducir de manera imprudente,sino que tienen el hábito de tocar la bocina a cada segundo.Me quedo pensativo intentando sacar el razonamiento de por qué pitan cuando ya no hay nada que esté a su paso,pero me adapto y me doy por vencido.Cuando van a comprar una moto o coche creo que es mas importante que funcione la bocina que los frenos.
Fuera de la carretera ,la gente me hace sentir bien,me ayudan y eso es lo más importante para alguien que lleva tiempo solo,fuera de casa y expuesto a todo.A comienzos de este viaje,la gente me decían de los paisajes que contemplaría, y cierto es,pero terminas dándote cuenta que la belleza de un país reside en su gente,que es la que se encarga de darle buena o mala energía.
Para un viajero,nómada en este caso,necesitas de ellos.Buscas y encuentras afecto con simples detalles que en vida cotidiana pasarían desapercidos.
Que te regalen una manzana con una sonrisa en el puesto de fruta de la esquina o que te acojan en sus casas tratándote como al familiar que llevan años sin ver,supera a cualquier playa bonita.
Relajado ,me dirijo hacia la costa para así empezar mi subida a China.
Por el momento,debo encontrar algún repuesto para mi bicicleta en Hanoi.
martes, 20 de enero de 2015
La entrada a Vietnam
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